Hablar de la lucha por la vivienda es hablar de lucha de clases, de construcción de comunidad y de desarrollos vitales dignos. La lucha por la vivienda nos atraviesa como sociedad y como clase en diferentes niveles: ambiental, territorial y social. La imposibilidad de acceder a la vivienda no solo tiene que ver con la imposibilidad de tener un techo bajo el que vivir, sino que está plenamente relacionado con nuestra capacidad emancipatoria individual y colectiva.
Esta inaccesibilidad es una expresión de la naturaleza privativa y acumulativa de la propiedad en el marco del sistema capitalista. Tras el boom inmobiliario de los 90, la crisis hipotecaria de 2008 y la situación actual de subida de los precios del alquiler a causa de la especulación inmobiliaria, las posibilidades de acceso a la vivienda para la clase trabajadora son cada vez más difíciles y se dan en situaciones de mayor precariedad.
Ya no solo es que, en la actualidad, se haga inimaginable la posibilidad de endeudarnos para adquirir una propiedad, sino que las condiciones en las que es posible acceder al alquiler no tienen nada que ver con nada que se relacione mínimamente con la independencia y la intimidad: compartir piso deja de ser una opción para convertirse en una obligación. Evidentemente, no queremos ni podemos volver al paradigma anterior, pero está evolución expresa el empeoramiento de nuestras condiciones como clase.
Ante esta crisis, están surgiendo algunas lecturas sesgadas y pretenciosas que, desde la Juventud Comunista vemos necesario contradecir:
Tras las movilizaciones del pasado 13 de octubre se han dado lecturas con un carácter generacional que hacen flaco favor a la lucha de clases y a la lucha por la vivienda como una expresión de ésta. No estamos ante un problema de índole generacional. Afecta a la juventud, en mayor medida, debido a las peores condiciones laborales y económicas a las que se enfrenta en su incorporación al mundo del trabajo, así como a la precariedad que supone no tener uno, pero esto es una lucha común de la clase trabajadora frente a los rentistas y especuladores que hacen negocio con nuestras vidas y se enriquecen de nuestra miseria.
Además, la respuesta del Gobierno está siendo calamitosa. No solo implementan políticas públicas con fecha de caducidad, cayendo en la lectura generacional errónea mencionada con anterioridad; sino que, además, son medidas que contribuyen al enriquecimiento de los propietarios.
No queremos bonos o ayudas, queremos vivienda pública y de calidad. Desde la Juventud Comunista seguiremos luchando por su desmercantilización, conscientes de que solo avanzando hacia un sistema socialista podremos avanzar en garantías efectivas para nuestra clase.