Para la juventud trabajadora, el verano no es sinónimo de vacaciones, sino del recrudecimiento de la lucha por nuestros derechos.
Mientras las instituciones burguesas celebran cada año la bajada del paro propia de estas fechas, nosotras nos enfrentamos a la realidad del empleo estival: salarios míseros, jornadas interminables en condiciones climáticas que matan y contratos que nos condenan a la precariedad.
Estudiar en invierno y trabajar en verano no es un mérito, es precariedad. Para muchas jóvenes, el verano es el único momento del año en el que encontrar empleo alguno, por nefastas que sean sus condiciones. Las estudiantes trabajadoras, además, se ven forzadas así a renunciar a su único periodo de descanso, convirtiendo lo que deberían ser sus vacaciones en una carrera por ahorrar lo máximo posible para poder vivir durante el curso académico.
La hostelería, que ocupa el grueso de estos contratos precarios, es conocida por saltarse sistemáticamente cada una de las regulaciones que nuestra clase ha conseguido con su lucha organizada. La patronal aprovecha la temporalidad del trabajo y la baja afiliación sindical para exprimir al máximo a las trabajadoras del sector, especialmente con la llegada masiva de turistas a nuestras costas cada verano.
En los últimos años hemos visto un aumento de los accidentes por el calor y las condiciones climáticas extremas en el trabajo. A esto se suma que tampoco se respetan los descansos para dormir y comer, poniendo en riesgo nuestra salud con tal de aumentar al máximo el beneficio capitalista. Las trabajadoras se enfrentan, además, al acoso sexual -tanto el de los clientes como el de sus jefes y encargados.
Todo esto por contratos en los que trabajamos más del doble de lo que cotizamos, con salarios irrisorios maquillados con la promesa de propinas que nunca los compensan, plantillas desangradas y ritmos inhumanos.
Las jóvenes comunistas no pretendemos que todo esto acabe en un mero ejercicio teórico: lo que buscamos es llamar a la organización de la clase trabajadora contra estos abusos. Por esto, desde la UJCE estaremos en las calles, pero también en cada restaurante cuya plantilla trabaje a turno partido, en cada almacén sin ventilación y en cada chiringuito de la precariedad.
Para empezar a acumular estas experiencias con las que analizar nuestra situación conjunta y articular nuestra lucha hemos creado un buzón anónimo. En él, cualquier trabajadora puede compartir sus experiencias con este tipo de abusos tan habituales sin miedo a represalias de sus jefes. Poner nuestros problemas en común es el primer paso para transformar el malestar individual en la lucha colectiva que nos permitirá avanzar como clase.
Contra la explotación, ¡organízate y protesta!
Rellena aquí nuestro formulario anónimo
