El proceso neoliberalizador de la Universidad Pública avanza en su implantación, mercantilizando el conocimiento y la investigación socialy científica, que deberían ser un bien común para todas.
El modelo de acceso a la educación superior ha puesto en evidencia la farsa de la meritocracia bajo el modo de producción capitalista: la clase trabajadora no puede acceder a la educación universitaria y sistemáticamente se busca expulsarla de la universidad, como evidencian las últimas reformas del sistema universitario.
Esto no plantea problemas a las hijas de la burguesía, puesto que cada vez son más las universidades privadas que están sustituyendo la educación pública, controladas por las grandes empresas y a las que únicamente pueden acceder quienes pueden afrontar el pago de las matrículas.
En el conjunto del Estado, estamos muy cerca de la superación del número de centros privados respecto a la Universidad Pública. Y a nivel de posgrado existen más matrículas de máster en universidades privadas que en la pública, donde cada vez se ofertan menos y es más difícil acceder a ellos.
Este giro privatizador frente a la no creación de una universidad pública desde 1998 evidencian cómo la Administración le ha puesto la alfombra roja a que se haga negocio con la formación de la juventud. Siendo especialmente sangrante la cuestión de los másters habilitantes por los que se obliga a la gente a pagar para poder acceder posteriormente a un puesto de trabajo, siendo una de las principales consecuencias del Plan Bolonia.
A esto se le suma la infrafinanciación pública de la Universidad, que ha provocado una merma en la calidad de los programas de estudio. Esto ha fortalecido también la colaboración público-privada a través de los Consejos Sociales y las Cátedras de Empresa, que indirectamente conllevan la privatización de la Universidad Pública y su subordinación a los intereses de las empresas que la financian.
Por esto, desde la Juventud Comunista entendemos que la reivindicación de la Universidad Pública como único sistema que permite a la juventud obrera acceder a la educación superior sigue más vigente que nunca. Esta reivindicación solo puede hacerse desde la organización de clase por parte de las estudiantes, quienes deben frenar el giro privatizador para evitar la expulsión de las trabajadoras del sistema universitario.
